sábado, 1 de noviembre de 2008

Y Sofía la...


La Reina, esa entrañable reaccionaria.

Gracias a un libro escrito por Pilar Urbano, La Reina muy de cerca, sabemos públicamente algo que siempre se ha dicho: la Reina Sofía es de “armas tomar”, la guardiana de las esencias monárquicas, ultrarreligiosa y defensora de los valores más retrógrados. En dicho libro, la Reina, con su habitual estilo campechano, se despacha a gusto: homosexuales, aborto, eutanasia y otras lincedes extra.
Sobre la fiesta del orgullo gay: “¿Que se suban en una carroza y salgan en sus manifestaciones? Si todos los que no somos gays saliéramos en manifestación... colapsaríamos el tráfico”. Sobre el aborto: “[responde sobre si esta a favor] En absoluto. Hay que respetar (...) a toda criatura que ha empezado a vivir”. Más sobre el matrimonio homesexual: “Si [los gays] quieren casarse, pueden estar en su derecho [...], pero que a eso no lo llamen matrimonio, porque no lo es”. Sobre Barack Obama: “Más que partidaria de Obama, me siento muy satisfecha por la posibilidad de que un negro pueda llegar tan alto. [...] Poner en unas manos negras tantísima responsabilidad. Eso ya me parece un triunfo”. Violencia de género: “Violencia doméstica [...] ha ocurrido siempre. [...] Ahora se informa más y con todo detalle. En cierto modo, se provoca un contagio”. Asignatura de religión: “En los colegios se ha de enseñar religión, al menos hasta cierta edad. Los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida”. Eutanasia: “No soy partidaria. La vida y la muerte no están en nuestras manos. [...] Mientras el enfermo aguante, mientras resista en su lucha a vida y muerte, los familiares han de aguantar también y seguir ayudándole”. Quema de las fotos del Rey: “Fue un disgusto para todos. ¿Preocupación? Ninguna. Era un puñadito de jóvenes en una universidad, no era algo masivo. Pero... no lo habíamos visto nunca”. Hassan II: “A mi marido intentaba tenderle trampas: “Ven, ven a Ceuta o a Melilla, y yo te monto allí un recibimiento por todo lo alto”. Había que decirle: “Pero, Hassan ¿cómo vas a recibirme tú a mí en unas tierras que son mías?”.
Ni más ni menos. Casi nada. La Reina se ha quedado a gusto consigo misma y seguro que en la Conferencia Episcopal están dando tales botes que llegan al techo, Sofía no tendrá un lugar de honor en un imaginario altar de la democracia pero se ha ganado a pulso la beatificación, o quién sabe, dadle tiempo al tiempo, a convertirse en una versión moderna de Isabel la Católica, ¿se lo imaginan?, Sofía la Católica, martillo de herejes, y fiel defensora de la doctrina de la Iglesia, perseguidora de maricones, universitarios revoltosos, abortistas, y un largo etcétera.
Pero lo cierto es que no es la única vez. ¿Se acuerdan de cuando el Rey le soltó aquello del “¿Por qué no te callas?” al presidente venezolano?, ¿o cuando les enseñó el dedito corazón a unos vecinos de Vitoria que les pitaron?, vamos una joya no muy democrática pero campechana, eso sí.
Los reyes, una vez más queda demostrado, están ubicados en la defensa de los valores más reaccionarios, enfrentados a la mayoría social que ya ha decidido sobre estas cuestiones, y terminan por desacreditar a todos aquellos que nos hablan, continuamente, de una monarquía “moderna”, “adaptada a los cambios” y que, casi, casi, serían los defensores de una España avanzada en lo social y en lo cultural. Aquí tenemos su avanzada: la vanguardia de la visión más reaccionaria de la doctrina oficial de la Iglesia Católica. Ese discurso, fabricado para consumo de la progresía ex republicana, no se sotiene en cuanto los reyes nos muestran algo más de sí mismos. Tal y como reza el título del libro de Pilar Urbano, La reina muy de cerca da más miedo que en esas inofensivas imágenes navideñas hechas con el Photoshop.
Y luego dicen que no influyen en política...

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