jueves, 9 de octubre de 2008

El manifiesto del Colectivo Abril

Manifiesto fundacional del Colectivo Abril

Introducción.

El colectivo Abril nace con la intención de ser un punto de encuentro entre todas aquellas personas que deseen la superación de la monarquía y la apertura de un proceso constituyente que culmine en la celebración de un referéndum que abra las puertas a la III República.
Somos gentes de Oviedo, de distintas tradiciones políticas, con distintas maneras de ver las cosas, pero que tenemos en común nuestra aspiración republicana y el entender la República como algo más que una forma de llamar a lo que ya tenemos hoy en día.
Nuestro llamamiento se dirige a todos aquellos ovetenses y todos aquellos asturianos de la zona centro de Asturias que compartan con nosotros la idea de que no podemos llamar democrático a un sistema en el que la máxima autoridad del Estado es hereditaria, donde la crítica y el control políticos del monarca se hayan imposibilitados por leyes que protegen al Rey de toda investigación, donde la propaganda mediática presenta una visión idílica de la monarquía y su familia ocultando los enormes gastos con los que gravan a todo el pueblo, donde por el simple hecho de decir que el Rey haya podido cometer determinados delitos se le puede condenar por “injurias a la Corona”.

La monarquía no es democracia.
Tras la muerte del dictador General Franco, los poderes establecidos vieron claramente la necesidad de una reforma del régimen tanto para adecuarlo a las circunstancias internacionales como para evitar un proceso de ruptura que diese como fruto una democracia avanzada. En ese proceso tanto los poderes económicos como el Ejército, así como la Iglesia Católica y las potencias imperialistas, encontraron en el Príncipe Juan Carlos la figura entorno de la cual podrían aglutinar a los distintos sectores herederos del franquismo y parte de la llamada “oposición democrática” para con las reformas necesarias poder realizar la transición sin mayor quebranto de la posición dominante de la que disfrutaban.
Así, sin solución de continuidad, hurtaron al pueblo español la posibilidad de decidir qué tipo de Estado querían, impusieron un referéndum donde sólo cabía una opción posible: o monarquía constitucional o la continuación de la dictadura, la inestabilidad y el riesgo de la guerra civil, hábilmente empleado por las fuerzas reaccionarias para tutelar el proceso de desmantelamiento de la dictadura franquista.
Como resultado de todo ello, la Constitución de 1978 consagró como intocables los principios esenciales de una economía de mercado capitalista, la imposibilidad de separar totalmente Iglesia y Estado, el papel tutelar de los procesos políticos en manos del Ejército y la postergación permanente de la cuestión nacional en el Estado español. Junto a esto se incluyeron una serie de artículos “sociales” que no obligan a nada y reglamentados por Leyes Orgánicas que fueron redactadas de tal forma que su aplicación aparece claramente restringida.
La monarquía es un factor que pesa como una amenaza sobre el desarrollo democrático de nuestra sociedad, es un freno a cualquier posibilidad de desarrollo avanzado de la democracia social, política y económica, no en vano el Jefe de las Fuerzas Armadas es el Rey y a aquéllas compete la defensa del orden constitucional vigente..., una espada de Damocles sobre nuestro pueblo.
Por si esto fuera poco, se nos presenta la imagen de un Rey “demócrata”, ¿cabe mayor contrasentido? La máxima institución del Estado, su jefatura, permanece ajena a cualquier proceso de elección popular, no responde ante ninguna institución democrática, está exenta de cumplir con las leyes que sí se aplican al resto de españoles, sus gestiones son opacas al control popular...

República es democracia.
La República a la que aspiramos es, además de contemplar la elección democrática de la jefatura del Estado, una democracia avanzada tanto en el terreno político como social y económico.
En la República que queremos no tienen cabida leyes de excepción, como la existencia de la Audiencia Nacional, ni leyes de partidos políticos restrictivas que dejan en manos de una mayoría parlamentaria la posibilidad de excluir a partidos de la legalidad, no puede haber leyes electorales especialmente pensadas y diseñadas para impedir que una eventual mayoría social de izquierdas se pronuncie por el cambio.
En la República que deseamos no habrá privilegios para ninguna doctrina religiosa, no habrá dinero público para mantener una estructura privada como la Iglesia Católica que pretende, todavía hoy, ejercer un “ministerio” moral sobre nuestra sociedad, no existirá la figura de los colegios concertados, fórmula buscada para mantener el dominio moral y social de la Iglesia. La educación será pública, gratuita, democrática, científica y laica, un instrumento para asegurar la igualdad de oportunidades.
En la República por la que luchamos las crisis económicas no podrán descargarse sobre los hombros de la clase trabajadora, la economía tendrá un sentido social y primarán los intereses colectivos sobre los intereses particulares, los especuladores tendrán que rendir cuentas de sus beneficios ilegítimos, los trabajadores tendrán la posibilidad de decidir qué se produce, cómo se produce y cuánto se produce.
En la República que anhelamos se dará solución al problema nacional sobre la base del reconocimiento del derecho de autodeterminación de los pueblos y naciones que conforman el Estado, los pueblos podrán decidir, libre y soberanamente, su futuro.
En la República que soñamos la cultura ocupará un lugar privilegiado, una auténtica cultura popular realizada por el pueblo y para el pueblo, dejando a un lado la cultura-espectáculo dominada por el pensamiento único y el totalitarismo del mercado, apostamos por una cultura de calidad, democrática, al servicio de la mayoría social, donde se favorezca la investigación cultural y la diversidad.
En la República que tendremos no habrá cabida para los politicastros corruptos porque el poder residirá realmente en el pueblo, los cargos serán revocables en cualquier momento y al colocar como valor supremo, por encima de todos los demás, lo colectivo no tendrán cabida los comportamientos egoístas y corruptos en la gestión de lo público.

¿Por dónde empezar?
Bajo la Constitución monárquica de 1978 no obtendremos la solución a nuestros problemas. Es necesaria la superación del marco jurídico-político para poder soñar otro mundo posible.
Pero este camino no es fácil. Es necesario que sumemos nuestros esfuerzos individuales de forma organizada para que acerquemos las condiciones que puedan favorecer un proceso constituyente hacia la III República.
Un proceso en el que todos contamos, cada uno con sus particularidades, con sus proyectos estratégicos, con sus ideas y sus valores, puede y debe aportar su grano de arena que haga posible que podamos decidir libre y soberanamente el modelo de Estado y el modelo socioeconómico del que deseamos dotarnos.
En un colectivo democrático, donde las decisiones sean tomadas por consenso, donde todas las opiniones sean tenidas en cuenta, donde todos tengamos posibilidad de participar activamente, donde la democracia directa sea algo más que una bonita frase, que sea una anticipación de la democracia republicana a la que aspiramos. Solo así podremos conseguir aunar los esfuerzos necesarios para superar la actual situación.
Un colectivo que huya de sectarismos estériles, que sea generoso con la aportación de los demás, que esté abierto a la colaboración leal de todos aquellos que deseamos que la III República se haga realidad.
Precisamente es lo que pretendemos con la creación del Colectivo Abril, y por ello os invitamos a participar en él, desde la seguridad de que sólo así podremos realmente transformar el mundo que nos rodea.

¡POR LA III REPÚBLICA!

Para ponerte en contactos con nosotros: colectivoabril@gmail.com
Visita nuestro blog: http://colectivoabril.blogspot.com
Visita nuestro fotolog: www.fotolog.com/colectivoabril

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Desde cuando tomar las decisiones por consenso es democrático?

O sea que por que una persona se emperre en una posición el resto del colectivo tiene que tomar esa misma posición. ¿Eso es democratico?

Colectivo Abril dijo...

De hecho, madmax, hemos pensado sobre este tema en una reunión preparatoria que hemos tenido para la elaboración del manifiesto y habíamos considerado este mismo tema, seguramente lo que decidiremos -esto era lo que pensaba todo el mundo- es algo parecido a lo que tu dices, probablemente pondremos, para las decisiones importantes, una mayoría cualificada, como de dos tercios o algo así. Pero todavía no está decidido.
Gracias por el comentario.